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EXPERIMENTOS SONOROS Y NUEVAS TECNOLOGÍAS

Las vanguardias musicales de mediados del siglo pasado supusieron la investigación y experimentación con los métodos tradicionales de producción de sonido. La introducción de aparatos electrónicos dentro de la interpretación o la modificación del sonido original es lo que se conoce como música electrónica.
Precisamente esta música es la que descubrimos en el Gran Teatro de Lorient en manos de François Robin y Étienne Grandjean la noche del viernes. En un escenario de decoración austera, el ordenador a la derecha y una enorme caja negra a la izquierda llaman a la atención del espectador. En medio, François Robin vestido de naranja toma protagonismo y comienza el concierto. Percusiones y sonidos grabados in situ se acoplan, se mezclan, se superponen y combinan con todas las posibilidades sonoras que nos ofrece la gaita, desde las más convencionales hasta las menos tradicionales y extrañas (sin roncón, sólo el puntero, aire sin emisión de sonido, puntero y manos dentro de la caja, etc.) Desde la aparición de esta música sobre 1950 su performance ha sufrido diversos cambios, pues la inexistencia de intérprete en sus principios transmitía cierta frialdad al espectador. No obstante, en esta ocasión la intensidad y curiosidad por las innovaciones sonoras hacía imposible cualquier sentimiento de soledad.
Una música fresca y llena de simpatía nos trajo por su parte Etienne Grandjean. Este compositor y acordeonista bretón, supo acercarnos a un mundo fantástico, surrealista y onírico. Una instrumentación variada, melodías tradicionales con estilo propio, ritmos pegadizos, una característica puesta en escena y la utilización, aunque en menor medida que Robin, de nuevas posibilidades sonoras conjuntadas con sonidos electrónicos, animó a un público que aplaudió con verdaderas ganas.
Este variado programa lleno de experimentos sonoros, y donde tienen su protagonismo las nuevas tecnologías, no es más que el fruto de una evolución lógica de la composición musical y que desembocó en aquellos primeros años en una “crisis sonora” ya que, una vez en este punto, cualquier sonido podría ser considerado música.

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